Al circo llega una princesa.
Comenzaba una nueva temporada, el patrón reunía a sus distintos personajes dado que consideraba importante se conocieran antes de la primera función.
De dos en dos entraban a la gran carpa con nerviosismo, excitación, timidez, alguno con cierta desvergüenza y presentaban sus saludos al gran público de la Plaza Central. Todo era alegría, euforia y ansiedad.
Al promediar la ceremonia las luces parecían más intensas, la música más estridente. Alguien perdió el aliento: Llegaba la gran trapecista, apodada Princesa por sus dotes y señorío, escoltada por el domador de bestias. Mostraba una gran sonrisa en su cara de fina porcelana, cabello delicadamente peinado, ojos bellos y destellantes con una firmeza que impactaba, silueta pequeña, gesto decidido y un corazón que se presentía latir dolido y desmesurado.
Cumplidas las presentaciones figuras, figurines y fieras quedaron a solas, mientras el pueblo en la Plaza Central, seguía sus movimientos y reacciones.
Pasada la euforia Princesa sabía que por primera vez, de verdad, estaba sola.
Trasladaba una pesada carga de dolor, desengaño y salud quebrada. Sus únicas certezas eran la pasión por el arte y la necesidad de no volver a estar enamorada.
Creyó encontrar solidaridad pueblerina en Canario, joven decidido a descollar con su canto.
Cruzó dos palabras y una mirada con la payasita Buena Onda, bastándole para sentirla amiga y confidente. Entre charlas y secreteos se agregaron el acróbata Bailarín y un aparentemente desfachatado galán.
Domador no le perdía pisada, Gorila la miraba con recelo, Mago no sabía cómo llegar a ella, un entrenador de delfines trataba de descifrar sus secretos.
Las fieras estaban intranquilas, con su habilidad y belleza podía robarles el aplauso del público.
El circo parecía pobre, la comida escasa (ni para sal tenían), el carromato atestado de gente cómoda e indolente, hervía. Princesa tomó las riendas en tal situación de miseria, cocinó, lavó, limpió, puso su hombro a quien la requería. Las fieras esperaban agazapadas les diera su sustento y aún así, intentaban morderla.
La noche del sábado era la Gran Función, todos volvían a la vida para presentar su show, vestían ropas de gala, pintaban sus caras con el maquillaje que Princesa les cedía, bailaban, cantaban, bebían y jugaban.
El pueblo, volcado en la Plaza Central, rugía del entusiasmo.
Este es el lugar donde María y sus amigas darán rienda suelta a sus deseos tan libres como el viento de expresarse a través de la palabra escrita y otras yerbas como los dibujos, videos, fotos, sentimientos y recuerdos que cada una lleva en su espalda como una carga liviana o pesada, según vea la botella medio llena o medio vacía,sin que nadie trate de cambiar su idiosincracia por pensar diferente. Bienvenidos autores y lectores !!! Caminemos la vida... juntos será más llevadera.
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domingo, 24 de febrero de 2008
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3 comentarios:
Curiosa experiencia la de GH. Un programa con pocas ambiciones y que sin embargo, despierta y estimula narraciones tan poéticas como la que acabo de leer.
Los que tenemos la suerte de conocer la versión de Cyber, disfrutamos de su estímulo a la imaginación, a la sensibilidad y a la poesía.
Y nos quedamos con ganas de más: espero que la autora continúe deleitándonos con eso...
Rita qué extraño !
Pienso igual que vos... je
es que a través del teclado de cyber estoy viendo otro GH distinto pero símil a lo que ya la tv nos ofreciera.
Y como nos conocimos gracias a un GH de hace tanto tiempo, me emociona que nuestra amiga lo vea con ojos tan particularmente suyos y lo comparta acá, en nuestro caminar...
Respuesta previsible:
Todo depende del color del cristal con que se mira .... =))
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