Apareció como un don de Dios casi a fines del mes de Marzo del 2010, la planta madre había entrado en receso otoñal pero ella un poco alejada e independiente, desafió los primeros fríos para crecer en libertad. Tuvo como regalo especial las últimas lluvias que la alimentaron y limpiaron. También el sol la acarició y le permitió acercarse a lo que sería la culminación de una obra gloriosa de la naturaleza, como las que Dios acostumbra a regalarnos en forma absolutamente gratuita...
Cuando su ciclo lentamente terminó se fue apagando, pero fue feliz de haber alegrado a todo el que quiso admirarla y sabiendo que volvería en cualquier momento en otra rosita especial.
