lunes, 28 de enero de 2008

El Arca de Noé.

En mi ciudad en verano llueve bastante.
Sin embargo después de una pequeña sequía, a mediados de enero empezó a llover casi con normalidad.
La normalidad con los días se convirtió en una semana...

La cosa es que estábamos rodeados de agua y barro cuando el sábado casi a última hora se me ocurrió ir al kiosko a comprar algo y me encuentro con que había parado de llover después de tantos días y la gente estaba saliendo de sus casas y del encierro obligado por el mal tiempo.
Me llevé una agradable sorpresa al ver los vecinos conversando, los niños jugando con su graciosa algarabía y hasta los perros andaban correteando felices de poder hacerlo.

A todos se los veía felices y contentos.

Y en ese momento me acordé de Noé y su Arca llena de animalitos para salvarlos del Diluvio Universal anunciado por Dios.

Quizás también Noé y su familia y los animales se hayan sentido igual cuando terminaron los cuarenta días y las cuarenta noches de lluvia y pudieron pisar tierra de nuevo...
Felices de volver y felices de haber cumplido con la voluntad del Señor.

Seguramente su acción de gracias se habrá elevado al cielo en forma de oración y de alabanza.

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