
Estamos transitando este camino hacia la Pascua de Resurrección preparándonos espiritualmente para el momento que significa lo máximo para nosotros los cristianos: la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Dios nos invita insistentemente a la conversión de nuestro corazón y en este tiempo penitencial, bien vivido, podremos llenarnos de Cristo y volcar su amor y ternura hacia nuestro prójimo, los necesitados, afligidos y enfermos.
Dejemos que la luz y la gracia de Dios penetren e iluminen nuestro corazón para que a su vez podamos iluminar a quienes necesitan de nuestro cariño de hermanos.
La Pascua será el faro que guíe nuestras acciones.
A Ella llegaremos con el corazón limpio y las manos tendidas hacia Quien nos va mostrando el camino a seguir según sus enseñanzas.
Cuaresma 2009.
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